Apaga las luces, vamos a ver el cielo

Buenas noches, hoy quisiera tratar un tema especialmente delicado y común a todas las grandes urbes de todos los países del mundo.

Se trata de la contaminación lumínica. Miles de haces de luz salen disparados cada minuto de las bombillas y lámparas instaladas en las grandes ciudades impidiendo a sus habitantes disfrutar de las magníficas vistas que nos regala el cielo nocturno.

Recordemos un poco qué es exactamente este tipo de contaminación. Bien, en una noche cualquiera, sin luces y de manera natural con cielo despejado debería ser posible observar a simple vista las luces emitidas por los astros del universo y que llegan hasta la tierra, dado que la gran mayoría debido a una serie de diversos factores no llega o no es visible a simple vista siendo necesario la utilización de varios instrumentos como telescopios, radiotelescopios, etc.
Cuando determinado número de luces inundan un terreno considerable (hablamos de una ciudad o pueblo) las luces más cercanas eclipsan a las más lejanas, lo cual no quiere decir que no se sigan recibiendo si no que simplemente el haz de luz más cercano destaca por encima, teniendo que ser dejado atrás para poder observar la luz más tenue de los astros lejanos.
Si esta iluminación es excesiva, tanto que sea necesario alejarse del foco unos kilómetros para poder observar un cielo nocturno de manera como sería sin luces artificiales, estamos hablando de contaminación lumínica. 

En Madrid el problema es significativo ya que en cuestión de 12 años ha crecido en un 50% lo cual quiere decir que vemos aproximadamente la mitad de lo que se veía en el año 2000 (han pasado 4 años desde esa medición y la contaminación sigue subiendo).

Quizás algunos puedan pensar que la vía láctea nos queda lejos, nada más lejos que la realidad realmente, a unos 80km de la ciudad es posible observar nuestro vecindario galáctico. También hay que decir que es una de las ciudades de Europa en la que más hay que desplazarse para observarlo.

Uno de los principales problemas que puede presentar dicha contaminación, no es únicamente el disfrute de la observación astronómica o la dificultad para hacerlo de manera profesional, si no que también dificulta la vida para organismos nocturnos que desarrollan su vida en las mediaciones de las grandes ciudades y cuyo ciclo de vida puede verse alterado por la detección de luz a las horas de máxima actividad de estos animales.

Los animales ven gravemente afectados por la contaminación lumínica tanto su época de reproducción, horas de sueño y búsqueda de alimentos.

Las luces artificiales no solamente nos dan luz en la oscuridad, también traen "oscuridad" a las vidas de los animales que dependen de ella para subsistir.

Los ayuntamientos de las grandes poblaciones deberían plantearse qué vías deben permanecer con un promedio alto de luz y cuales pueden ser rebajadas a un 50%, es decir, en calles mayoritariamente transitadas de noche mantener un cupo de iluminación parecido al actual debido a su necesidad, pero en las zonas menos transitadas (calles de "barrios dormitorio", parques cerrados por la noche e incluso los que no se cierran pero por la noche tienen poco uso). Con esta medida no solamente se consigue disminuir la contaminación lumínica, sino también un ahorro energético importante y por ende un ahorro económico que nos podría suponer algunos beneficios en otros campos, o incluso en el mismo campo de la investigación sobre la aportación de luz a las ciudades con un mínimo impacto ambiental.

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